Festivitats Universitat / Festividades Universidad

El de Gormaz suspiró al oir las palabras de la Rectora y no tuvo más remedio que ceder, al menos por aquella vez.

Está bien, aceptamos barco como animal acuático. Dijo con cierta resignación con tal de que se quedaran complacidas ambas damas.

Colometa sentada en ese sillón contemplaba la escena. Miraba al caballero Longory con su picardía, que hacía destornillar los presentes. Miraba al caballero Arangil con su ironía fina que veía como su compañero le ponía en evidencia ,riéndose a la vez. Miraba a Trencacors que aún no estaba del todo recuperada, dándose aire con el abanico.

Debía ser la Navidad, el semblante de Colometa no paraba de sonreir. Había tenido días duros en el frente, viendo caer amigos y estaba preocupada por su hijita a la que no veía de hacía mucho. Pero aquella reunión improvisada dónde estaban preparando la Navidad, en la universidad, le estaba devolviendo las sonrisas que en tiempo no había soltado. Y alguna que otra sonora carcajada. Debía ser la Navidad y la buena compañía.

-Bien caballeros, viendo que ya están decididos, ahora solo falta..... dar de comer al Tió. dijo decidida.

Silencio en la sala.

-Si no come no.... caga. Está clarísimo. De nuevo una carcajada, jajajajajaj, no se queden así no..., ¿quién será el primero? Colometa avanzaba que el tronco necesitaba ser alimentado: frutas, un poco de pan... Y dense prisa que cuanto más come más... caga.

Tosió entre risas: -Cof. Cof... jajjajajja

¡¡¡Y aún falta adornar el árbol!!! El tiempo se les echaba encima...

El de Gormaz vió perdida toda esperanza de poder susurrar unas palabras de protesta a Longory tras acercarse estratégicamente la rectora entre ambos amigos, y no quedándole más remedio que hacer tripas corazón, se dispuso a participar sí o sí en el banquete que se iba a cascar el Tió.

¡Me pido primeeeee! Exclamó Arangil mientras se dirigía a su fiel criado, que había estado aguardando en silencio en la entrada del vestíbulo alguna orden del de Gormaz. ¡Sancho! Acude a la taberna de la universidad, está a la derecha, al fondo del pasillo y penúltima puerta a la izquierda. Seguro que andará la tabernera aún por allí y le pides de mi parte y de la rectora varias piezas de fruta, azúcar, algo de adobo y pan. Que vayan contigo los dos mozalbetes que aguardan afuera para ayudarte.

A lo que Sancho asintió sin rechistar y silbando a los zagales se dirigieron a la Taberna, al tiempo que Arangil miró a Colometa a los ojos, sonrió y volviendo al lado de su fiel amigo le musió unas palabras...

Con todo lo que he pedido no fallará el tronco no, si será fartizo. Ya cagará bien ya...

...........Las guirnaldas, los centros de mesa, las velas y las flores iban apareciendo bajo el árbol a punto de ser colocadas........


'Quién puede resistir esa mirada de gato con botas que tiene Arangil detrás de su .... hermosa naríz.... ....ainnnnsssss', pensó Colometa sin poder evitar esa cara de bobita que ahora mismo tenía....

-Estooooo, señores preparemos el árbol que en cuanto llegue la comida nos podremos manos a la obra con el engorde del tronco.

Miró los presentes intentando mantener ese aspecto de mujer de mundo que quería dar a entender. Tocó su mejilla por si estaba colorada... Parecía que bajaba el calor... Más seria aún, comentó:

-Y si alguno de Ustedes duda de que el Tió come, les contaré que es cierto y que existe una vieja leyenda que les diré ahora si les parece mientars decoramos el arbolito.

Puso en la mano de Arangil una guirnalda y le ofreció colocarla..... Volvió a sonreirle contenta. Quería saber si era un hombre con gusto...

El árbol quedaría perfecto con tanta colaboración.

Mientras Trenca, ya más recuperada, había hecho un montón de lacitos que Longory iba atando uno a uno como aquél que lo ha hecho todos los días, pero con la mirada hacia otro lugar que no eran los lacitos...

Mirando los amigos empezó a narrar:

- Cuentan los viejos del lugar....que.....había una vez un joven matrimonio que vivía en una masía por la zona de las Guilleries, pero también podría haber estado en la llanura de la Selva o el paraje de El Vilar.
Aunque trabajadores y esforzados, a su llegada el invierno no tenían casi nada para comer y calentarse.
La víspera de Navidad sólo tenían un plato de escudella y un solo tronco para la chimenea, pero que no utilizaban en espera de días más fríos.

La noche de Navidad, cuando se sentaban a la mesa para cenar, alguien llamó a la puerta: era un hombre muy viejo, medio congelado y muerto de hambre. El joven matrimonio, compadecidos por el aspecto del abuelo, invitaron a entrar y le ofrecieron su plato de escudella, haciendo ver que tenían más para ellos.
El hombre viejo se lo comió todo rápidamente, pero como no conseguía entrar en calor a pesar de la sopa, el marido decidió hender el tronco para encender fuego en el hogar; ya levantaba su hacha para cortar el tió cuando el hombre viejo la detuvo y le dijo: "Tiene, golpea el tió con esta rama".

El matrimonio se lo miró desconfiado y enternecido, pensando que el frío había trastocado el hombre. Decidieron seguirle la corriente, y ante su sorpresa, cuando picaron el tronco, éste se abrió por la mitad y comenzaron a manar cosas que nunca habían imaginado: fruta, queso, pan, vino, monedas de oro , grana ...

Cuando los dos jóvenes, llorando por la alegría, se giran para agradecer el hombre el regalo, éste ya no estaba.
Salieron a la puerta, pero la nieve había borrado cualquier rastro.

Sorprendidos por el suceso decidieron entrar en casa y dar gracias por los bienes recibidos, rezando ante un pequeño pesebre, mientras aquel misterioso caminante prosiguió su viaje en busca de personas caritativas....

Quedó precioso

La magia de la Navidad parecía haber contagiado el vestíbulo de la Universidad. El de Gormaz sentía un ligero cosquilleo en el cuerpo cada vez que intercambiaba miradas furtivas con aquella dama que conoció el pasado verano en una taberna de Tarragona. Él estaba inquieto, quería hacer algo pero intentaba contenerse y por más que quería, no lograba frenar sus deseos.

Ahora o nunca, viejo amigo. Susurró Arangil a Longory, quién pareció darse cuenta de los sentimientos de su amigo.Arangil caminó hasta ponerse delante de Colometa. Él la miró y sin mediar respuesta sus labios se unieron a los de la dama.

Os amo. Y os pido perdón, debí haberlo hecho hace mucho tiempo. Susurró Arangil al oído de su amada.

Colometa contemplaba el árbol feliz. Había quedado todo encantador, recepción, entrada,... puerta. Sonrisas y miradas de todos los asistentes peroooo ... unas miradas más tiernas que otras.

Unos pasos se acercaban y Colometa alzó la vista. Ante ella el caballero que la tenía embobada y al que nunca dijo ni media palabra porqué creía que nunca se fijaría en una simple ciudadana como ella.

Los pasos no cesaban y se dirigían justo hacia ella. No paraba y..... no paró! Tan junto a ella estaba que no paró hasta que sus labios estuvieron unidos!

-Oh! Ah! Esto...... ehmmmmm........ Feliz Navidad!!!!!! Ay, eso ya lo dije......éste.... Dios mio... Arangil.... y por muchas navidades.... juntos! La sonrisa de Colometa volvía a relucir en sus mejillas sonrosadas por el beso recibido. Un sueño estaba sucediendo. Un bellos y tierno sueño que se hacía realidad.

-Yo .... os quiero, caballero... mi caballero Arangil.

-Qué esta copa que tomamos sirva para celebrar el nacimiento de un nuevo año que pronto empezará. Un año lleno de alegría y felicidad para todos, dijo Colometa en un arrebato de alegría.
Miró a Arangil, que la había hecho la mujer más feliz del mundo y chocó su copa con él, mirándole a los ojos. Le dio un dulce beso en la mejilla y le acarició la cara. -Espero que este año que va a empezar sea nuestro año...y que empiece tan bien como acaba este. Ahora sí que le besó en los labios.

Chocó su copa con Trencacors y le guiñó un ojo y le abrazó contenta: -Qué la dicha entre de una vez en tu corazón, preciosa amiga mía. Le dio dos besos.

Se acercó a Longory y brindaron igualmente a la vez que le decía:- Mi nuevo amigo Longory, os veo un poco nervioso... y deseo que la misma dicha que entre en el corazón de Trenca, entre en el vuestro. Por cierto debeis contarme algun ratito esto que me habéis dicho de Arangil. Debo preocuparme? Vós le conocéis mejor que yo...

-Señora rectora, le esperamos impacientes, dijo entre risas Colometa. Y esas palabras?